Si quieren saber lo que pienso

SI QUIEREN SABER LO QUE PIENSO

Es curioso pensar en mí en estos momentos previos al estreno de mi primera obra de teatro en la que no voy a salir en escena, y sólo me veréis a través de una pantalla que tengo porque mi familia me la ha podido pagar con dinero. Dinero, qué necesidad tan grande de él nos aqueja a la raza humana, ¿verdad?

Quiero decir que no tengo ningún conflicto de intereses para realizar esta investigación, y que mi único conflicto es con el interés del sistema. El interés en ponernos un número colgando nada más nacemos: cuna número 5. Esa fue la mía. Y desde ese momento, los número se han encadenado una y otra vez en mi vida, desde las 30.000 pesetas del violín, hasta el 12.34 de la PAU, con el 5.173 del MIR, hasta las 26 horas de guardia del pasado jueves. Números y más números dominan mi vida, todos encuadrados en 24 horas, durante casi 26 años. Y aquí estoy, en la hora número 10 de mi guardia, relatando mis porqués, dando mi opinión, expresándome.

Quiero decir gracias muchas veces a Lavapiés, a Vicka Durán, y a la Red de Teatros, por haberme dado la oportunidad de desarrollarme y crecer, y realizarme haciendo lo que realmente me gusta, que es poner mi inteligencia para un fin que considero necesario. Ese fin entiendo, es hacer ver, ayudar a entender, y sobre todo crear disonancia, molestar, dar la lata, poner de manifiesto, recalcar y molestar a todas las personas de este mundo que son indiferentes ante la monetización y numeración continua de sus vidas. Quiero llevar al extremo el cálculo del precio de las vidas, para que rechine en los sentidos de quienes lo vean, para que se den cuenta de que algo no está bien, algo es distinto, no natural, no va con nosotros. Quiero fastidiar, remover y hacer pensar, hacer conciencia de lo que realmente vale una vida humana en Lavapiés. Y con Lavapiés puedo decir Conchinchina. Da igual dónde estés, el caso es cuánto aportas, cuántos ingresos generas, cuánto vives para trabajar, cuántos tienes a tu lado. Nos hemos dado cuenta con este proyecto de que cuanto menos vale una persona, más le cuesta al sistema mantenerla, pero eso siempre lleva a la misma conclusión, y es que como tú, que eres dependiente, que tienes 3 enfermedades crónicas, que necesitas ayuda para asearte, me generas gasto, yo recorto en prestaciones, porque para mí no vales ni un mísero euro y me da igual si te mueres mañana.

Cada dos guardias, veo un fallecimiento. Veo el comportamiento de los de alrededor, como si fuera tan normal que una vida se vaya, "es que se tenía que ir", "son muchos años", etc. Pero siempre hay una mirada, unos ojos que miran ese cuerpo inerte conscientes de que ya no hay nada ahí dentro, de que ahora sí que sí es real y se ha ido, y que acabamos de perder algo que sí valía, a lo que le dábamos valor. Llamadlo "x", pero yo no le pongo precio a esos momentos. Efectivamente, hay algo que se pierde cuando una vida se va, aunque muchas veces lo mejor que puede pasar sea que se apague sin sufrimiento. ¿Y quién le pone precio a esto? ¿Quién es el valiente que dice cuánto vale ese alma que acaba de irse?

Quiero decir que he tenido que convertirme en un sabueso del darwinismo social, del neoliberalismo y del capitalismo más perro, para hacer esta serie de cálculos. Y que lo he hecho porque me parecía importante poner de manifiesto, como ya he dicho, la disonancia. No ha sido fácil vivir este conflicto dentro de mí, ni será fácil mañana interpretar al precio entre su conversación y pelea con el valor. Pero como un amigo dijo una vez, hay dos tipos de personas: las que viven bien, y las que intentan de alguna manera ayudar a otras a vivir bien. Por eso me hice médica, creo, aun no lo tengo claro. Pero sí que sé que en este viaje he sido de las segundas. Si pudiera seguir investigando, creando modelos y calculando algoritmos, lo haría. Lo haría al lado de aquellos artistas o seres que sepan transmitirlo. Porque me parece crucial llevar mensajes y asegurarse de que calen fuerte en la gente.
Me quedo con las miradas de Lavapiés, con la risa de Vicka, y con mis lágrimas.
Porque es lo único a lo que no he podido ni podré ponerle precio.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Qué será de Lavapiés, cuando tú no estés?

DIA 1: About Google