¿Qué será de Lavapiés, cuando tú no estés?


¿QUÉ SERÁ DE LAVAPIÉS CUANDO TÚ NO ESTÉS?

Tomando como referencia a Amartya San, premio nobel de economía en 1998, deberíamos reflexionar no tanto en poner precio a la vida humana del barrio sino sobre la pregunta: ¿Qué pierde Madrid si la gente que reside en Lavapiés se va?

Lavapiés, es un barrio conocido mundialmente por su diversidad multicultural, por la convivencia de diferente tipos de vida, edad y cultura en un mismo núcleo. Madrid, perdería la memoria històrica que con tanto ardor idolatramos, al dejar al margen a todos aquellos que forman parte de la identidad del barrio. Si la gentrificación sigue acechando de esta manera y el Gobierno no pone remedio a este arrebato capitalista, a este inicio de burbuja inmobiliaria, a esta desprotección del ciudadano… entonces,  se perdería un pedacito de corazón madrileño. Entonces Madrid, perdería su propia identidad. ¿Qué queda entonces?

Si retomamos el inicio de esta investigación, es decir, la pregunta ¿Cuánto vale una vida humana? La mayoría de nosotros pensamos que eso no se puede cuantificar, no se puede materializar en número. ¿Y por qué creemos eso? ¿Qué valores se encuentran detrás de esa respuesta?

El hecho de que el capitalismo aflore en cada rincón de nuestro día a día, y de cada vez, con mayor agresividad, hace que como sociedad veamos cómo se están quebrantando esquemas básicos y tan instintivos como poder tener una casa donde poder construir un hogar y poder crear una familia. Hace que cada vez los lazos afectivos dependan más de la estructura capitalista y no de relaciones reales y afectivas. Todo este complot conlleva al individuo a las cadenas arduas del capitalismo más feroz, haciendo cada vez, una sociedad más individualista, que prima el bien material por encima del bien colectivo. Y curiosamente, entrevistando a la gente del barrio, me di cuenta que aquellas personas cuyas relaciones afectivas eran muy sólidas - independientemente del capital económico que pudiesen llegar a tener - automáticamente ponían un precio desorbitado a la vida, como si pertenecer a una tribu - a su familia - pudiese estar por encima de cualquier premio o precio material.

Por otro lado, haciendo hincapié en la dicotomía precio-vida, me gustaría compartir una reflexión de un chico africano de etnia gitana al que entrevisté. Vive en el barrio de Lavapiés, tiene 29 años, pasó dos años en la cárcel y sólo tiene a su madre. No puede trabajar porque su país no le concede el permiso para poder tener el pasaporte. Está atrapado en la absurdez de la burocracia. Cuando le pregunté, cuánto vale su vida me contestó:

“Eso no se puede, amiga. El dinero es un trozo de papel. Aquí tiene este dibujo. En mi país otro. Yo uso al dinero. Él no me usa a mi”.

Admiré esa respuesta. Pienso que si el capitalismo neoliberal desapareciese, no seríamos capaces de continuar con nuestra propia existencia. El sufrimiento de saber que hemos sido títeres de un juego ficticio sería tan doloroso que nos incapacitaría para seguir con nuestra propia vida. Y quizás, esa visión de quien se ha criado en la tierra y no entre cemento, de alguien que realmente está en el limbo del sistema, alguien a quien la desprotección burocrática le concede casi por obligación una libertad real, quizás sea quien tenga más los pies en la tierra y quien pueda gozar de una vida más plena, más sencilla y más sensata.

Y por ello, pienso que la riqueza cultural que se encuentra en Lavapiés no tiene precio, que la vida del propio barrio no se puede cuantificar ni sustituir por turistas nórdicos ni por especuladores inmobiliarios.

Y sólo me queda preguntar,

¿Qué será entonces, de Lavapiés cuando tú no estés?

Comentarios

  1. Gracias por pensar de una forma proactiva y diferente y compartirlo. Juntemonos entonces por cambiar nuestra realidad; porque si nosotr@s no lo hacemos, nadie lo hará por nosotr@s y creo en el enorme potencial de los seres humanos por encima de cualquier otra cosa.

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